viernes, 4 de mayo de 2012

Filosofía Zombi, Jorge Fernandez Gonzalo, 2011




El nombre de la obra puede sonar a broma. Podría hasta resultar goloso en una tienda friki a rebosar de merchandising. Pero lo cierto es que Filosofía zombi (Anagrama, 2011) de Jorge Fernandez Gonzalo encierra algo más que el frikismo por el frikismo propio de la pasión hacia el mundo zombi que ahora está tan de moda. Sin dejar de ser un ensayo filosófico influenciado por figuras de la filosofía postmoderna como Foucault o Derrida, Filosofía zombi logra cruzar con gran agudeza corrientes filosóficas y consideraciones sociológicas de gran actualidad con producciones zombis de todo género (peliculas, videojuegos, comics, novelas...) sin romper el atractivo morboso y la frescura del zombi por un lado, ni la seriedad de un ensayo de buena factura por otro.

"Ellos son nosotros y nosotros somos ellos". La lapidaria frase que Barbara espeta al ver a los hombres del campamento en el remake de La noche de los muertos vivientes (1990) podría resultar una buena síntesis. En el ensayo, el zombi queda habilitado como concepto para describir las actuales estrategias de control de masas propias de nuestras sociedades mediatizadas, dar cuenta de las tambaleantes relaciones twitter-facebook, establecer relaciones entre la masa ciudadana y la horda zombi y en suma, ser el hilo conductor de una ontología de la actualidad desde el prisma de nuestro familiar y a la vez turbador zombi.

Como aperitivo, os dejo un fragmento (o mejor un "miembro" o un "despojo") del libro:

"El zombi, por tanto, nos ofrece una no-humanidad cuyo deseo es incapaz de construirse en el otro. Es un ser enteramente asocial: su única esperanza consiste en procurarse alimento, y no parará hasta conseguirlo. El apetito zombi no deja de ser metáfora de los instintos humanos, deseo sin reservas, sin el código o la castración como tope para reprimirlo. Deseo y al mismo tiempo miedo al deseo, miedo a desear y a que el deseo, el apetito, sea mayor que la humanidad, que la cultura y las construcciones culturales que hemos interpuesto entre nosotros y las cosas. Por ello, en las producciones sobre zombis el zombi no desea nada (salvo la expansión y la saciedad, pero eso ya son cosas del instinto), frente a los hombres, que desean demasiado, que se traicionan, que se engañan, se asesinan o se violan, por lo que, finalmente, el zombi cuestionaría desde su mutismo impertérrito la falsedad del hombre, su doble moral, sus constantes traiciones mediante las cuales pretende satisfacer sus deseos, sus ansias de poder".








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