El
nombre de la obra puede sonar a broma. Podría hasta resultar goloso
en una tienda friki a rebosar de merchandising. Pero lo cierto es que
Filosofía zombi (Anagrama, 2011) de Jorge Fernandez Gonzalo encierra
algo más que el frikismo por el frikismo propio de la pasión hacia
el mundo zombi que ahora está tan de moda. Sin dejar de ser un
ensayo filosófico influenciado por figuras de la filosofía
postmoderna como Foucault o Derrida, Filosofía zombi logra cruzar
con gran agudeza corrientes filosóficas y consideraciones
sociológicas de gran actualidad con producciones zombis de todo
género (peliculas, videojuegos, comics, novelas...) sin romper el
atractivo morboso y la frescura del zombi por un lado, ni la seriedad
de un ensayo de buena factura por otro.
"Ellos
son nosotros y nosotros somos ellos". La lapidaria frase que
Barbara espeta al ver a los hombres del campamento en el remake de La
noche de los muertos vivientes (1990) podría resultar una buena
síntesis. En el ensayo, el zombi queda habilitado como concepto para
describir las actuales estrategias de control de masas propias de
nuestras sociedades mediatizadas, dar cuenta de las tambaleantes
relaciones twitter-facebook, establecer relaciones entre la masa
ciudadana y la horda zombi y en suma, ser el hilo conductor de una
ontología de la actualidad desde el prisma de nuestro familiar y a la
vez turbador zombi.
Como
aperitivo, os dejo un fragmento (o mejor un "miembro" o un "despojo") del libro:
"El
zombi, por tanto, nos ofrece una no-humanidad cuyo deseo es incapaz
de construirse en el otro. Es un ser enteramente asocial: su única
esperanza consiste en procurarse alimento, y no parará hasta
conseguirlo. El apetito zombi no deja de ser metáfora de los
instintos humanos, deseo sin reservas, sin el código o la castración
como tope para reprimirlo. Deseo y al mismo tiempo miedo al deseo,
miedo a desear y a que el deseo, el apetito, sea mayor que la
humanidad, que la cultura y las construcciones culturales que hemos
interpuesto entre nosotros y las cosas. Por ello, en las producciones
sobre zombis el zombi no desea nada (salvo la expansión y la
saciedad, pero eso ya son cosas del instinto), frente a los hombres,
que desean demasiado, que se traicionan, que se engañan, se asesinan
o se violan, por lo que, finalmente, el zombi cuestionaría desde su
mutismo impertérrito la falsedad del hombre, su doble moral, sus
constantes traiciones mediante las cuales pretende satisfacer sus
deseos, sus ansias de poder".
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