lunes, 11 de julio de 2011

Brillantes martillazos I: Theodor Adorno y Max Horkheimer

"El aumento de la productividad económica, que por un lado crea las condiciones para un mundo más justo, procura, por otro, al aparato técnico y a los grupos sociales que disponen de él una inmensa superioridad sobre el resto de la población. El individuo es anulado por completo frente a los poderes económicos. Al mismo tiempo, éstos elevan el dominio de la sociedad sobre la naturaleza a un nivel hasta ahora insospechado. Mientras el individuo desaparece frente al aparato al que sirve, éste le provee mejor que nunca. En una situación injusta la impotencia y la ductilidad de las masas crecen con los bienes que se les otorga. La elevación, materialmente importante y socialmente miserable, del nivel de vida de los que están abajo se refleja en la hipócrita difusión del espíritu. Siendo su verdadero interés la negación de la cosificación, el espíritu se desvanece cuando se consolida como un bien cultural y es distribuido con fines de consumo. El alud de informaciones minuciosas y de diversiones domesticadas corrompe y entontece al mismo tiempo".

Extracto del prólogo de Dialéctica de la ilustración, escrito por Max Horckheimer y Theodor W. Adorno en 1944 y revisado en 1947.

2 comentarios:

  1. Cojonudo caballero ¿Quienes son estos señores? ¿De que trata ese libro?

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  2. Rubén:

    Adorno y Horkheimer fueron colegas que trabajaron en el Instituto de investigación en Frankfurt en los años 20 del siglo pasado junto a otros intelectuales que o bien se integraron en el grupo (Althuser o Marcusse) o rondaron la periferia, compartiendo algunas ideas (W. Benjamin o H. Arendt). Esta gente suele aparecer en los libros de historia de la filosofía como “Escuela de Frankfurt”. Habia mucha independencia en el grupo, pero en los primeros tiempos se desprende de él la llamada Teoría crítica, que pretende sacar a la luz las “verguenzas” de las sociedades capitalistas, y muy influenciada por Weber, Marx, Freud y en cierta medida, Nietzsche. Adorno y Horkheimer (judios y además marxistas) se vieron obligados a emigrar a los Estados Unidos por el auge del fascismo y allí, mientras escribían Dialectica de la ilustracion, vieron que las principales críticas a la sociedad que habían hecho en el año 1944, se podían extender también a las nuevas democracias, por lo el texto se acabó modificando en 1947 para hacer referencia a toda la civilización occidental.

    El texto de 1944 no lo leyó ni el tato, pero años más tarde el texto pegó un pelotazo tremendo. Uno de los alumnos del propio Adorno, llamado J. Habermas, un hombre que ahora tiene mucho tirón, reconoce no haberlo leído hasta los los 60'. En 1969 hubo una reedición que incluía otro prólogo a la obra en la que no solo no se desdecían de nada de lo que dijeron en los 40', sino que lo dicen con más fuerza . Pues bien, el libro es en primer lugar una indagación en la historia de las ideas con intención de mostrar que la tan vituperada razón, ha sido siempre una facultad cuyo retrato ha sido siempre deliberadamente deformado. Los grandes males de la sociedad se deben a una racionalización imparable que no solo no ha producido las cotas de felicidad que los ilustrados pretendían, sino que ha posibilitado formas de sufrimiento que hasta el momento eran impensables. La idea de estos autores es que un buen retrato de la racionalidad (la que hacen ellos), saca a la luz el porqué de esas y otras atrocidades. Lejos de proponer una especie de final feliz, los autores entienden que sacar a la luz esos aspectos puede ponernos en guardia, pero que ese retrato más fiel pero más incómodo que hacen de nuestra razón debe ser aceptado. También se hace una crítica feroz a las ideologías (tal como las entendía Marx) y a la cultura (como industria de la cultura, término que inventan ellos), que se entienden como formas de dominación producidas por las actuales sociedades enormemente racionalizadas. El libro no es nada fácil de leer, y requiere del manejo de algunas nociones de historia de la filosofía, pero animo a leerlo. Es al mismo tiempo acojonante y lúcido. Es de esos libros que te asoman al abismo.

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