-Profesor, he estado pensando en la pregunta y creo que el hambre es un factor importante, pero no es el único-dijo Valentina.
-Claro que no, pero tengo la convicción de que es uno de los decisivos. Quiero que visualicéis el cuadro: Una persona en el primer mundo pasar todo el día comiendo sin parar delante de su televisión, su ordenador o simplemente no haciendo nada. La cultura era la de elevar indefinidamente las condiciones de vida, cargando los costes no deseables de esas mejoras al medio ambiente y a terceros, invisibles o silenciados. Cualquier mínimo atisbo de empobrecimiento se vislumbraba con una tragedia mientras sabíamos que cada día moría muchísima gente de hambre.
-¿Seguro que rebajar vuestras condiciones de vida era la solución, eso es hacer algo para no sentirnos culpables?-replicó la muchacha bajando las cejas.
-Yo creo que no. En primer lugar, podemos cuestionar esas formas de vida por insostenibles y segundo por egoístas. La ganadería intensiva, por ejemplo, requería ingentes cantidades de energía y agua que podían ser usadas para producir otros alimentos. Recuerdo haber leído que para producir un kilo de trigo se necesitaban unos novecientos litros de agua, mientras que para un kilo de carne de res eran necesarios unos dieciseis mil litros de agua. Por otro lado, los animales evidentemente comen. Parece ser que alrededor del treinta por ciento del grano que se producía de destinaba al ganado. Y tampoco debemos olvidar el combustible que movía estas formas de ganadería.
-¿Hacerse vegetariano era la solución?-Preguntó Pedro.
-No era obviamente, un problema a resolver con un golpe de varita mágica. Teníamos un sistema de producción de alimentos (y en general de bienes mateeriales) que hacía gastar y gastar recursos como si fueran ilimitados. La maquinaria pensada intentaba producir cada vez más para poder sobrevivir, ser fuerte y perpetuar su posición dominante para poder ejercer más presión en la consecución de sus intereses. Era un ciclo de consumo y dominación creciente.
-Eso tiene que ver con la mentalidad, con ese sueño del que hablabas cuando empezó el siglo XXI-intervino Daniel.
-Estoy convencido de ello. Y cuando las cosas se pusieron feas, había un motivo de peso para que la rabia contenida explotara.
-¿Y todo esto fue suficiente para librar una guerra como la que cuentas?. No me encaja-comentó Valentina.
-No es que eso fuera un desencadenante, sino un elemento importante del clima y luego, un elemento importante de los discursos, que por otro lado, estaban dominados por odios tribales y por ancestrales prejuicios etnocéntricos-dijo David-. Creo que deberíamos tratar estos asuntos con regularidad, pero no a diario. Creo que es una asignatura vital porque aunque no lo creáis estáis en una situación privilegiada para pensar estas cuestiones. Sin embargo, aunque es una materia importante, posiblemente la más importante, no es la única, así que trataremos esto al menos una vez por semana. Serán nuestros diálogos sobre la guerra.
A las dos de la tarde los alumnos se despidieron del profesor. Cuando se marcharon todos los muchachos David echó el cerrojo de su puerta y se quedó inmóvil frente a ella, ensimismado. En aquél silencio, se dijo entre lágrimas: “Diálogos sobre la guerra”.
***
El Miércoles llegó a su casa una vieja pizarra junto con un paquete de tizas . Aquello puso de buen humor a David, que no se encontraba bien desde el lunes. Traer a su memoria esos días no le resultaba nada agradable, y en más de una ocasión pensó en de dejar aquélla tarea y se preguntaba si los muchachos no estaban ya hartos de oír hablar de una guerra que no habían vivido. Sin embargo, a pesar de la terrible sensación de decaimiento y culpa que le producía recordar todo aquéllo, veía necesario que sus alumnos no entendieran la guerra y y la desolación que trajo consigo como una historia pasada sin ningún significado para sus vidas. Ellos eran los hijos de aquélla singular posguerra en la que el hombre era nada que volvía a la nada.
Al día siguiente abrió un armario olvidado y sacó los viejos tesoros que había podido ir rescatando a lo largo de los años. Distribuyó sobre la mesa del comedor decenas de periódicos y libros que guardó desde que empezó el conflicto, se sentó frente a ellos y leyó mientras iba ordenando sus recuerdos.
La reacción en la comunidad de naciones fue de profunda consternación ante lo que había ocurrido en la conflagración indopakistaní, pero las lecturas más profundas de lo ocurrido solían ser contradictorias y confusas. Esta falta de coherencia era reflejo del lo que ocurría en el plano político. La comunidad internacional no pudo sacar nada en claro de todo aquéllo porque resultaba imposible un acuerdo en la ONU debido a las distintos intereses económicos y estratégicos. En ese ambiente había muchas regiones que contenían la respiración ante el fantasma nuclear.
El día 5 de Agosto de 2016 el líder coreano anunció que “cualquier acercamiento a Pyonyang tendría graves consecuencias para Seúl y sus aliados”. Al día siguiente se anunció un alto el fuego que dejaba anclados a ambos bandos a lo largo de una densa franja situada a unos cincuenta kilómetros al norte de la anterior frontera. Lo que ocurrió durante esos meses de incertidumbre hasta la resolución final es una caja negra. Todos los periódicos hablaban de la crisis mientras deslizaban entre líneas mensajes de angustia y temor. En este contexto, los viejos interlocutores: ONU, UE, China y Rusia estaban noqueados debido a lo acontecido en el subcontinente indio. La ONU estaba enferma de discordia, China estaba enzarzada en una auténtica guerra civil entre la facción comunista-conservadora y la democrática de la que no lograba salir.Por su parte, Rusia y Europa sólo lanzaban mensajes colmados de incerteza y confusión ante la violenta situación geopolítica en toda Eurasia.
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