martes, 13 de diciembre de 2011

4:3, 16:9

Parece que no hay mucho mundo más allá de las ventanas que forman la televisión e internet. Son lo más parecido a un mundo a medida. Cuando algo no quiere ser visto, se cambia de canal o se cierra la ventana. No solo es posible apartar la vista “al por mayor”, sino que se puede ir más allá, pues si queremos creer en lo que queremos creer, encontraremos un mundo hecho nuestra imagen y semejanza. Conspiranoicos, liberales radicales, anarquistas, frikis de todo género, marxistas-leninistas, coprófagos, amas de casa y en definitiva, cualquiera (por ejemplo usted y yo, lector) pueden encontrar (o crear ellos mismos) su propio guetto mental. Nadie entra allí y se siente cómodo sin la “marca”, el signo de pertenencia. Todo son ventajas: uno puede hacer y deshacer amigos con un solo click. Y además, a la carta: amigos para intercambiar palabras relacionadas con el cine, otros para intercambiar palabras relacionadas con la música, otros para desahogarse de vez en cuando y otros con los que no hace falta ni hablar, solo intercambiar enlaces. Conectarse por conectarse, donde la propia conexión es el fin, no el medio, parece la norma. No estar conectado es la nueva forma de exclusión social.

A medida que en nuestro mundo se multiplica la presencia de pantallas (en los escaparates, en cada habitación de la casa, en las aulas, mientras se pasea, en una reunión de amigos, durante la cena de empresa...), crecen las conexiones mediadas por ellas, a la vez que crece una nueva forma de aislamiento, basada en la influencia que las pantallas y las conexiones ejercen en la forma en que se relacionan las personas. Cada vez con más frecuencia, la imagen que se tiene de los vecinos al cruzar las puertas de nuestras casas es que esas gentes son cohabitantes, nada más. Las gentes a nuestro alrededor tienen un estatus meramente accidental. Unas veces nos sirven. A veces incluso molestan. Esto se produce en un contexto en el que las relaciones entre las personas se encuentran fuertemente influenciadas por las formas de conectarse en el cibermundo. No me cabe duda que a mayor influencia de estas formas de intercambio interpersonal en la red, se produce un mayor desgaste del intercambio relacional face to face. Sin ir más lejos, las gentes casi confunden una con la otra con el mero hecho de transformar las ventajas de una en la falta de sentido de la otra. Las formas de habla cálidas donde el contacto con el otro produce un vinculo más allá de la mera “conexión por la conexión” se desgastan en la medida en que el mundo del bis a bis se ve colonizado por las formas de habla mediadas por pantallas, cables, redes y bits. Estas últimas, formas de habla frías que generan distancia. Esta es la paradoja del aislamiento mediante pantallas: a mayor cantidad de pantallas, mayores conexiones, pero también mayor frialdad.

En nuestros castillos hechos a base de conexiones y cambios de canal encontramos la calidez a través de formas de acicalamiento social que retroalimentan estos reinos en la red. Sin embargo, además de la frialdad que se genera en el contacto mediado por la red, se produce una creciente desconfianza a lo ajeno al castillo. Cuando se echa el pestillo del castillo, se hace por desconfianza, por temor a la contaminación del espacio, por temor al otro y a la ruptura de la armonía que este puede traer. Recuerdo que Hobbes nos recordaba la necesidad de protegernos los unos de los otros poniendo a prueba nuestra endeble confianza en los semejantes al preguntar si las gentes echan o no el pestillo cuando se van de las casa. Hoy parece que el pestillo se ha replegado. En las casas, hijos y padres ya no encuentran su reino. Los vecinos ya no son los potenciales peligros contra los que tenemos que echar el pestillo. Hoy día, el reino se ha reducido a la propia habitación de los jóvenes o al despacho de trabajo, donde echamos el cerrojo y realizamos la retirada a nuestro propio universo, libre de agresiones. Mientras, crece la desconfianza, la paranoia y el frío se hace más intenso.

12 comentarios:

  1. Quizás un tanto catastrofista el post, pero no por ello falso.

    Pero hay que recordar que tras esas pantallas hay una persona (aunque en ciertas interacciones no lo parezca debido al caudal unidireccional). Y si bien es cierto que son formas de habla frías, que en muchos casos aislan y alejan, en otras permiten a gente (que en muchos casos no habría tenido contacto social con tanta gente, tan cercano y/o tan satisfactorio) conocer y entablar relaciones sociales con personas que jamás habrían conocido. Se aislan de las personas cercanas, "accidentales" como los llamas, aunque verdaderamente lo son y precisamente por ello pueden no resultar gratos y que por lo tanto tratar de cultivar una relación con los mismos solo derive en pérdidas de tiempo y resentimientos innecesarios.

    Claro que no se debe perder de vista el avanzar en esas relaciones ni cerrarse totalmente al exterior. Que no compartas intereses con tus vecinos no significa que debas de ignorarlos como si fuesen piedras, ya que, entre otras cosas, podrías pasar por alto alguien con quien si podrías pasar muy buenos momentos, mucho mejores de como serían a través de la pantalla.

    Saludos.

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  2. Muchas gracias por leer y comentar, Jasón:

    La idea principal del texto no es demonizar las conexiones, ni demonizar el "habla fría", sino señalar qué efectos pueden tener sobre nuestra forma de relacionarnos. Cuando dices que "Se aislan de las personas cercanas, "accidentales" como los llamas, aunque verdaderamente lo son y precisamente por ello pueden no resultar gratos y que por lo tanto tratar de cultivar una relación con los mismos solo derive en pérdidas de tiempo y resentimientos innecesarios", no haces sino darme la razón. Cambia la manera de relacionarnos. Llamas relación a lo que a mi me parece en todo caso una conexión, un mero intercambio.

    De hecho, parece que importa más la conexión que cualquier otra cosa. Nos puede interesar más la vida de un senegalés al que le encanta (como a mi) el Reaggae con el que hablo por la red que la vida de quien está pared con pared, al que puedo ver y tocar si toco su timbre. La excusa en este caso es el reggae. La clave en todo esto es la pérdida incluso del concepto "vecino". El barrio como una comunidad desaparece. El país y el mundo entero se concentran en unos cuantos servidores donde "vecino", "conciudadano" o "prójimo" ceden su lugar al "internauta", "consumidor de información" y "+1". Las distancias desaparecen, sí, pero puede pagarse un precio alto. A mi parecer, ente la maraña de números, pantallas y teclas del mundo virtual, las personas se van perdiendo de vista poco a poco. El mundo humano genuino puede aparecer tremendamente deshumanizado cuando todo transcurre en un apretar teclas y mirar pantallas. El símil para ilustrar esto es brutal, pero útil: no es lo mismo apretar el gatillo, en el cara a cara, que darle a un botón y saber que en algún lugar alguien sufre. Así que sin duda, la distancia salvada por internet es una ventaja, pero no es oro todo lo que reluce.

    Lo enormemente desconcertante es que esto es una paradoja de nuestra forma de vida, una cucaracha en nuestra civilización y no un catarro pasajero. Internet ha venido a quedarse. La cuestión es cómo nos va afectando eso.

    Una vez más, muchas gracias Jasón. Espero que al final, prevalezca tu último párrafo.

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  3. De nada y encantado de leerte.

    Volviendo al tema... ¿acaso ese concepto de comunidad, de barrio o patria no es también una forma de aislamiento? ¿No es mejor que cualquier persona pueda sentirse cercana con un senegales a cientos de kilómetros a qué considere a todo agente externo un extraño del que desconfiar? Precisamente esas patrias y comunidades de barrio han causado mucho más sufrimiento y rechazo que cualquier frío botón a traves de internet. Es decir, la conexión te aisla de tus congéneres más cercanos, pero te acerca al resto del mundo; mientras que, las relaciones personales en la mayoría de los casos terminan obrando al contrario... los componentes del grupo tienen relaciones muy cercanas, pero miran con reticencia y desplazan o ignoran a los que no pertenecen al mismo.

    Paradojas de los extremos aparte, como decía en el anterior comentario lo mejor es mantener ese equilibrio y permanecer abierto en ambos sentidos, ¿no te parece?

    Sobre lo que internet ha venido para quedarse... es cierto y va a cambiar totalmente las relaciones sociales (como ya está haciendo) así como la manera de ver y percibir el mundo; internet y la globalización van de la mano, igual terminamos formando parte de la gran unión de naciones Google y viviendo en la península de Apple.

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  4. Exacto, nadie está haciendo una defensa ingenua de la comunidad. Sin embargo, la clave es el tipo de relaciones que se establecen a distancia. A mi me parecen como poco, faltas de autenticidad. Por otro lado, internet lleva aquí cuatro días y ya ha logrado influir bastante en nuestra forma de relacionarnos. Sin ir más lejos, el acicalamiento social sin límite se ha exportado a la calle, a la escuela, y ya no hay dios que pueda decir en público algo que pueda ofender a alguien. El diálogo ha quedado muerto. Veremos en qué acaba todo esto.

    De nuevo, me quedo con tu último párrafo. Tú solito te imaginas en qué puede acabar todo esto. Ya hueles la influencia. Y sabes que no es oro todo lo que reluce. Para mi es más que suficiente Jasón.

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  5. Hola Javier y en este caso también Jasón.

    Yo opino que el problema del pestillo replegado existe desde siempre. Michael Jackson de hecho tiene un tema donde se escucha el niño aislado en su cuarto escuchando rock mientras su padre le dice que baje el volumen. En cuanto a cuentos y leyendas, bien es sabido que cuando el recien iluminado (de dar a luz y no otra cosa) no era del agrado era tan sencillo como hacer que no ha existido.

    Para mi el problema no está en si la pantalla es cálida o no y esto ya lo hemos hablado en persona muchas veces, ya que como solo puedo estar en la distancia, soy gran defensor del ''calor'' que para mi emana de la pantalla.

    El problema está, y sin lugar a dudas, en que sigamos poniendonos pestillos. Avanzamos más de 2000 años y seguimos cercando nuestra cueva con un fuego jajaja, sea de quien sea. Me rio más que nada porque lo escribo directamente y me ha hecho gracia.

    Bien, es cierto que la pantalla nos ha transformado en seres mucho más pasivos, mucho más acostumbrados a todo y al mismo tiempo habituados a aquello que nos agrada. Si no, click y cambio de canal. Pero al mismo tiempo nos ha conectado a todos.

    Pantallas o personas, cálidas o no, son lo que son. Lo importante es como te sientas tu. Yo hablandote por aquí lo siento del mismo modo como cuando estamos en persona.

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  6. Ojalá Daniel sea tu caso EL caso. La pantalla salva la distancia, pero de una manera muy particular. No podemos perderlo de vista porque si no no entendemos nada. Cierto. Los pestillos han existido siempre, pero ahora hay nuevos y de gran fuerza. Antes te aislabas en la cueva, pero lo hacías para protegerte de las bestias (ya fueran animales o personas). Hoy el fenómono es aislarse en uno mismo, para protegerse de todo lo que puede rozarnos. La pantalla es más fría porque al final convierte la sociedad en ununiverso aséptico como un hospital. Tal y como está exteniendose internet, viendo los hábitos generales que produce, internet es el antiséptico y antebacteriano de nuestra sociedad. Todo en un click: ¿Cuánto tiempo pasa de media la gente en facebook? ¿Cuánto tiempo pasa de media en ACNUR o en GREENPEACE (por poner ejemplos)?

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  7. Al final, nosotros decidiremos que es lo que queremos.

    Contestando a su última frase: ¿Cuando tiempo pasa la gente de media en el bar o con amigos? ¿Cuanto tiempo pasa en una sucursal de GreenPeace o en cualquier ONG o cosas parecidas?

    Esto de internet es un sopesar constante de lo bueno y lo malo que tiene ¿Compensa?.

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  8. ¿Seguro que la resolución de la cuestión se deriva de la pregunta: "¿Compensa?"?. Quien haya entendido que esto (como cualquier cambio social) es solo una cuestión de cálculo, se ha equivocado y no ha entendido.

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  9. La resolución de la cuestión la contesto en la primera frase, la última pregunta es una pregunta al margen.

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  10. Siempre y cuando ese “nosotros decidiremos” sea una producto de una toma de decisión conjunta y consciente y que dicha decisión no se encuentre mediada por el propio elemento sobre el que se piensa decidir.

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  11. No es cualquier chorrada, es precisamente el meollo de la cuestión. Es la pregunta que cualquier pensador o deudor de la modernidad filosófica y del sujeto de dicha filosofía o no se hace o no quiere hacerse. Ni el orden de relaciones causales es unidireccional ni la libertad una cuestión libre tanto de tensiones internas como externas ni la decisión es siempre una cuestión relacionada con la consciencia.

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