lunes, 8 de agosto de 2011

140

Lo sagrado en nuestro tiempo ha dejado las iglesias. Esta ha sido desplazada del mundo inmaterial de los cielos, los ángeles y los dones divinos, al universo tangible de los bienes materiales. Y aunque resulte cierto que aun exista una conexión entre lo sacro y una cierta región de valores, la tendencia es otra, en la cual es posible ver un culto creciente e ineludible a los frutos materiales. El desplazamiento, fruto en su mayor parte de los cambios a nivel ideológico que se fueron fraguando al hilo de la revolución francesa y que acabaron en el “desencantamiento del mundo” que señaló Max Weber, es para muchos, con independencia de su tendencia política o idiosincrasia, un cierto despertar que ata al hombre a la tierra y le aleja de felicitantes relatos de vidas futuras, para acercarlo a la vida presente, a la vida de las cosas. Pues bien, nos acabamos encontrado que esta doctrina se ha convertido ella misma en sagrada, y como tantas otras, lo que acaba haciendo es reforzar la envoltura y el tejido de nuestros productos culturales, dándoles la consistencia necesaria para perpetuarse. Parece se ha fraguado una fractura en el mundo de las ideas en la cual un concepto de origen mítico (y supuestamente irracional) como es el concepto de sagrado, abandona su medio natural y se asocia con el concepto de progreso, entendido como el mundo de la persecución de la felicidad por medio de un creciente progreso material. Estamos lejos de decir que dicha doctrina sea falsa sin más. Ahora bien, sin ser falsa no necesariamente debe constituir el summum bonum. Es más, el problema es posiblemente este: mientras alguna de nuestras creencias tenga ese carácter sacro, como puede ser la creencia ciega en Dios (o en el progreso, dicho sea incidentalmente), ella misma puede constituir nuestra propia cárcel. En la medida en que algo tiene el carácter de sacro, planea cerca el buitre que perseguirá todo lo que huela a herejía, todo lo que tenga un aire a “ lo otro”. Ese buitre no dejará ni los huesos de lo heterodoxo. Y ese buitre podemos ser todos.

Platón tuvo que lidiar con creencias sacras en su tiempo. Para ello, se valió de toda su fama e ingenio para realizar una suerte de protofeminismo en la androcéntrica y misógina sociedad griega. De no haber sido uno de los mejores retóricos de la historia y de no haber tenido la fama que tuvo, no me cabe duda que de las doctrinas de Platón al respecto no hubieran sobrevivido. Creo encontrarme en una situación parecida al referirme a internet y a sus productos, con el serio handicap de no tener ni una milmillonésima parte tanto de su fama como de su elegancia al escribir.

Los cambios sociopolíticos y materiales propiciaron un giro radical en la vida de las gentes y en sus formas de pensar, que explican el cambio en la forma de pensar lo sagrado. Lo sagrado se separó de las iglesias y vino a reforzar las nuevas doctrinas del cambio. En el siglo XXI, nada resultó tan revolucionario como la difusión a escala global de la tecnología que hace posible internet. Las virtudes de la red de redes son conocidas por todos. Los cambios que ella provoca se dejan notar, pero muchos (sobretodo que resultan incómodos) resultan complicados de ver. En esto su carácter sacro juega (no por casualidad) un importante papel. Que nadie me confunda prematuramente con un cínico: considero que en este caso el carácter sacro no llega caído del cielo, sino que es fruto de las ventajas que aporta. Ahora bien, como se ha dicho, lo sacro puede devenir en una trampa en la medida en que invalida toda crítica.

La violación de la intimidad es un tema oído hasta el hartazgo, y ese es uno de los cambios incómodos más visibles que trae Internet. Aun así, resulta paradójico cómo encontramos por un lado, el celo en la cuestión de la privacidad, mientras que por otro podría decirse que abrimos la veda en determinados momentos, llenos de fuertes tendencias gregarias. Me veo obligado a decir eso de: Domingo misa y lunes putas. Pero no es esta la clase de contradicción o incomodidad que persigo aquí. Al principio, Internet apareció como una herramienta para la comunicación y la información. Los libros de texto están plagados de simplezas de este tipo. Ahora bien, La pregunta que nadie parece hacerse en los libros es ¿qué tipo de comunicación? Asomarse por primera vez a Internet parece un cuento de hadas (y en cierta medida, afortunadamente a veces sigue siéndolo). La cantidad de información a la que es posible acceder no figuraba ni en los mejores sueños de los más optimistas intelectuales del pasado. Sin embargo, lo que ahora parece ser visto sólo por unos pocos intelectuales del presente se refiere a cómo la información sufre una tendencia doble que puede resultar antinómica. En primer lugar, la información se fragmenta y encapsula hasta el infinito. Prácticamente todo se puede encontrar, pero casi todo se reduce a flashes. El discurso (si es posible llamarlo así) hay que buscarlo con paciencia, porque el otro drama junto al de la ultrafragmentación es el del exceso. La cantidad de información es tal que parece uno encontrarse en un escaparate a rebosar en el que no es capaz de decidirse por nada. Y por si fuera poco, el escaparate no solo está a rebosar, sino que nada, absolutamente nada permanece ahí el suficiente tiempo como para convertirlo en aprovechable. La mutabilidad, la saturación y el flasheo son tales que la información deviene confusión. Al mismo tiempo, Internet ha hecho posible una democratización radical de la comunicación y la información. Todos pueden decir y todos dicen, sin ningún tipo de criterio ni mérito que medie. Se da una libertad de expresión “al por mayor” que, unida a la fragmentación, convierte la unidad básica de transmisión de información en unas pocas líneas o palabras, que terminan por convertir el discurso en un arcaico vestigio del pasado. El paso a unidades de comunicación cada vez más parcas es una realidad y da buena cuenta de lo que Internet puede esconder. Esto puede verse en el paso a mejor vida del software de conversación en tiempo real, dejando sitio a una nueva manera de “conversar” que termina por colmar la red de banalidades y acicalados recíprocos. En este ambiente, los términos “discurso”, “relación interpersonal” y “amigo” están sufriendo desagradables agravios.

Llegados a este punto, no nos preguntaremos qué hace cada uno con internet, sino qué hace internet con cada uno.



10 comentarios:

  1. Tengo varias cosas que decir contra este artículo. Primero respecto al estilo: un bonito primer párrafo (en serio, me gusta) pero que no acaba de estar bien ligado con el último, donde está el argumento básico y que además resulta demasiado largo para no contener el argumento base. Segundo, varias cosas respecto a internet: Lo de la violación de la intimidad no lo comentaré, creo que cada cual deja que se viole su intimidad hasta donde quiere (tú tienes fotos de Alf en el tuenti y yo suelo subir muchísimas fotos al facebook).
    De la saturación de información, trataré de explicarlo con tu frase final: la mayor parte de la gente deja internet haga con ellos. Sin embargo uno puede tomar el control y aprender a manejar la información que le llega. Por extensa que sea, por "democratizada" que esté, hacer una buena selección de lo que llega y partir de ahí para hacer una búsqueda adecuada es algo que se aprende. Dicho de otra manera, qué deja cada uno que internet haga con él, o qué hace cada uno con internet. Al final los que estamos frente a la pantalla somos nosotros.


    Laura

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  2. Primero, gracias por leer y comentar, Laura. Espero que en el futuro haya más y mejor y así poder dar razones a los lectores para volver.

    Bueno, el primer párrafo es una especie de tobogán al segundo y al tercero. Si algo es sagrado, no sólo será difícil criticarlo, sino que es fácil que cualquiera se convierta en buitre a tu alrededor para defenderlo. Por eso, resulta complicado hacer una crítica a los milagros de internet. Respecto a la intimidad, mi intención era mostrar cómo es posible mostrarse ambivalente: asustarse por la posible violación de la intimidad cuando navegas, y al mismo tiempo hacer tu vida pública en facebook. Denuncio esa ambivalencia, nada más. Cada cual que haga lo que quiera, pero al menos, coherencia.

     Entiendo la segunda parte de tu réplica. Me ha pasado otras veces y creo que casi siempre el recurso es el mismo: el sujeto moderno que lo puede todo. Has dado la vuelta al texto para replicar a mi “libertad de expresión al por mayor”, y para intentar explicarme mejor, le doy la vuelta de nuevo. “Al final los que estamos frente a la pantalla somos nosotros”. dices. La cuestión es precisamente que si intertet tiene esos efectos que denuncio a la hora de crear confusión y vacuidad, ¿cuanto de ti queda cuando vas a realizar ese proceso de “toma de control”? Esto suena de lo más cartesiano, a eso de “claridad y distinción”. 140 no dice que no sea posible una toma de control (que es lo que aparece en los libros de texto), sino plantea dudas sobre si es tan sencillo como parece.

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  3. Sólo un pequeño apunte respecto a la privacidad:
    No nos dan ningún contrato a firmar y no nos lo indican en ningún "Terminos y condiciones" al que tenemos que clickar en "Acepto" cuando contratamos internet y, por ejemplo, hacemos una búsqueda en Google. Tienes que ser algo avispado o que alguién te haya comentado algo para que hagas (o quieras hacer) click en su botón de abajo de "Privacidad". Dado que no hay ningún tipo de filtro y cualquiera puede acceder a internet, no estoy yo nada seguro de que no sea violación de la intimidad (al margen de los términos legales de la misma) cuando Google almacena todos nuestros datos y busquedas en un servidor durante unos 18 meses (creo que indica ahora la politica de privacidad de Google) y nosotros lo ignoramos por completo. Esto no es necesariamente malo, pero no creo que cada cual deje que se viole su intimidad hasta donde el quiere.

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  4. Vaya, curioso... Generalmente esos términos y condiciones para usar los servicios que están ya en internet (como el uso de un determinado navegador) suelen estar o conforme a la ley o simplemente usan vacíos legales del tamaño de del secarral donde está ubicada la magnífica y bella Universisas Miguel Hernández de Elche, otra cosa es que esos términos y condiciones sean del gusto del usuario. Por otro lado, supongo que Google sabe qué ip entra a qué páginas, pero ¿sabe a quién pertenece esa ip? ¿puedes ayudar dando más datos al respecto?

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  5. Guardan busquedas, la ip algunos datos más. A ver cito:
    Excusa:
    "Google almacena esta información por diversas razones. Y lo que es más importante: Google almacena información para mejorar los resultados de búsqueda y para mantener la seguridad de los sistemas."

    Datos (sin registrarse):
    Como la mayoría de los sitios web, nuestros servidores registran de forma automática las solicitudes de páginas que se realizan cuando los usuarios visitan nuestros sitios. Estos «registros de servidor» incluyen la solicitud web, la dirección IP, el tipo de navegador, el idioma del navegador, la fecha y la hora de la solicitud y una o varias cookies que identifican de forma exclusiva al navegador del usuario.

    123.45.67.89 - 25/Mar/2003 10:15:32 -
    http://www.google.es/search?q=coches -
    Firefox 1.0.7; Windows NT 5.1 - 740674ce2123e969

    Ahi se incluye, ip, hora y fecha (suficiente para saber quien eres), navegador, sistema operativo y lo otro es la id de una cookie (si quieres te lo explico)

    Aqui http://www.google.es/intl/es/privacy/ esta toda la información al respecto.

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  6. Bueno, es mucho lo que guardan. Pero lo que se supone que está protegido por la ley es de quién (persona física) es la ip. ¿O también lo saben?

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  7. Propietario:
    http://whois.domaintools.com/rima-tde.net
    Con eso llegas al proveedor y ya si quieres saber el nombre concreto del titular de la linea, debes preguntarle a Telefónica, que no lo se, pero espero que no te lo pueda dar si no eres la policia o un juez.
    Lugar (latitud y longitud):
    http://www.ip2location.com/

    Pero, se supone que esta información que almacena Google es inaccesible por cualquier persona o entidad que no sea Google.
    Lo que esta protegido con la ley son los métodos de seguridad con los que se almacena esa información (todo esto dependiendo del pais donde se encuentre el servidor).

    De todas formas lo que me preocupa, es que el cúmulo de tus búsquedas en google, detallan mucho sobre quien eres, que te gusta...

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  8. Bien, hay una cierta protección. Con respecto a tu intimidad, ya apelamos a cómo google usa esos datos. Dudo mucho que haya alguien mirando que la ip x hace esto o esto otro por diversión. Probablemente esos datos están al alcance de superordenadores que harán ellos los análisis que toque. Mientras esos datos no sean pedidos bajo manga por las autoridades interesadas en ti...

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  9. El problema de la intimidad viene cuando nosotros somos inconscientes de que se almacena sobre nosotros, donde y por que.

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  10. Si señor, bien dicho. Si las cartas están sobre la mesa no se elimina el problema, pero hay trabajo hecho. Los primeros pasos hacia un estado totalitario consisten en oscurecer los cauces en los que se mueven estos datos.

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